viernes, 30 de noviembre de 2007

El escaner


Digitalizar imágenes y documentos
Sacar partido al escáner
El precio y la facilidad de uso del escáner permiten que esté al alcance de cualquier usuario.

El escáner ha pasado de ser un ingenio de alta tecnología empleado por profesionales a convertirse en un periférico más del PC doméstico, presente en muchos hogares gracias a su bajo precio -a partir de 60 euros- y su inclusión en aparatos "todo en uno" (impresora, fotocopiadora, fax y escáner). Pero la necesidad de algunos conocimientos y algo de práctica para aprovechar sus posibilidades hacen que muchos languidezcan cubiertos de polvo cerca del ordenador ante la frustración de los usuarios por no conseguir buenas copias de las imágenes originales.
Además, el "boom" de las cámaras digitales ha mitigado de manera notable la necesidad de escanear porque las imágenes ya se obtienen en formato digital. No obstante, este auge también conduce a muchos usuarios a echar mano de un escáner para reunir las imágenes obtenidas por el procedimiento fotográfico tradicional con su actual colección de fotografías digitales.


Al alcance de cualquiera

La instalación de un escáner es una tarea sencilla; basta enchufarlo, conectar el cable al puerto USB del ordenador (la mayoría de los domésticos utiliza esta conexión) y seguir las instrucciones del CD que le acompaña. Lo más habitual es que el escáner utilice la tecnología "Twain", que permite acceder a él desde cualquier editor de imágenes, aunque en ocasiones es indispensable echar mano del programa específico para manejarlo que viene junto al equipo (más liviano en cuanto a prestaciones y requerimientos).

Todos incluyen formas sencillas de escaneado y ajustes automáticos para obtener copias digitales con un par de clics de ratón. Pero cuando se persigue una gran calidad (para realizar una impresión en papel a buen tamaño) o una copia fiel del original (en color, contraste, saturación, etc.) es fácil que las opciones automáticas no consigan los resultados deseados. La limpieza es un factor fundamental, tanto del soporte que se va a escanear como del propio aparato. Al igual que en el revelado de una fotografía, un pelo o una mota de polvo sobre el negativo, papel o en los componentes ópticos del escáner serán magnificados en la imagen resultante.


Resolución y paciencia

Uno de los conceptos a tener en cuenta es la resolución (píxeles o puntos de imagen), elemento de referencia para muchos usuarios. En el caso de un escáner, es útil conocer la resolución óptica (real) que aparece en el manual y procurar no escanear a mayor resolución. Aunque esta opción se puede materializar mediante la llamada resolución interpolada, ésta jamás aumentará la calidad final (el ordenador se limita a "deducir" lo que el escáner no capta).

La resolución óptima para escanear una imagen o un negativo dependerá de su destino. Para verla en pantalla es inútil elegir una resolución mayor que 72 ppp (puntos de imagen por pulgada), pero si la intención es realizar una impresión de calidad habrá que elevarla hasta 300 ppp o más. También es recomendable escanear a una resolución submúltiplo de la máxima, es decir, si la máxima es 3.200 ppp, utilizar ésta o 1.600, 800, 400 ppp, etc. A mayor resolución, mayor calidad de la imagen, pero también aumenta el tamaño del archivo, que ocupará más espacio en el ordenador o CD y será más lento para enviar por email o descargar de Internet.

Tras ajustar la resolución se puede preescanear la imagen para seleccionar sólo una parte de la imagen. Después se puede optar por escanear con las opciones predeterminadas, realizar sencillos ajustes manuales de brillo y contraste, confiar en correcciones automáticas como la "Auto Exposición" o entrar en las opciones avanzadas para modificar exposición, profundidad de color, enfoque, tonos, etc. En cualquier caso, la mayoría de los ajustes se pueden realizar "a posteriori", con igual o mayor precisión, mediante el programa adecuado. Si se tiene pensado retocar la imagen, es conveniente guardarla en un formato que no afecte a su calidad (como TIFF) en lugar de en uno comprimido (JPEG o GIF).


Papel o negativo, blanco y negro o color

Existen escáneres planos (para fotografías, textos u otros objetos) y de negativos/diapositivas de 35mm., aunque también los hay mixtos: planos que admiten negativos gracias a un adaptador, pero no suelen ser óptimos para este tipo de soporte.

En los escáneres de negativos es importante el rango dinámico (o gama dinámica), medido entre 0 y 4 (el mayor), que representa el número de tonos que percibe entre el blanco y el negro, es decir, a mayor rango dinámico más capacidad para captar con detalle las zonas más claras y oscuras. Si se dispone del original en papel y negativo, siempre dará mejores resultados escanear la película, eso sí, siempre que se cuente con un equipo preparado para este soporte. En el mejor de los casos una copia en papel alcanza los 300 ppp, mientras que una película puede superar los 1.200 ppp.

La mayoría de los laboratorios ofrece la posibilidad de digitalizar y entregar las fotos en un CD cuando se encargan copias en papel a partir del negativo. Así, cuando se soliciten segundas copias se puede entregar el CD dejando los negativos a buen recaudo.


OCR: Escanear documentos de texto
Una utilidad menos conocida de algunos escáneres, pero que puede ser muy útil, es el reconocimiento óptico de caracteres (OCR). A partir de la imagen obtenida por el escáner de una hoja de texto (una revista, una factura, un libro...), esta tecnología reconoce los caracteres y crea un documento recuperable desde cualquier editor de textos (como Word). No obstante, por lo general resulta inútil digitalizar documentos que no estén mecanografiados.
A pesar que la tecnología OCR ha avanzado mucho, todavía es necesario revisar el texto digitalizado para corregir palabras o símbolos que el escáner no ha sido capaz de interpretar. Con el OCR, cualquier documento del que sólo guardamos copia en papel se puede convertir en un archivo de texto que se puede modificar (corregir, actualizar, adaptar, etc.), guardar en el PC o enviar por correo electrónico sin necesidad de volverlo a escribir.

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